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Expectativas Racionales: un análisis de sus principales críticas

De Florencia Pucci

Las anticipaciones que realizan los agentes que forman parte del sistema económico se han constituido como un objeto central en la formulación de modelos macroeconómicos desde la Teoría General de Keynes (1936). El carácter que Keynes le adjudicó a las expectativas de los agentes fue esencialmente exógeno. Más específicamente, en su marco teórico, las expectativas son un factor que no tiene relación con el funcionamiento del sistema económico y que son descriptas como “olas de optimismo y pesimismo” que tienen incidencia sobre las variables económicas.

Los modelos teóricos de corte Keynesiano ampliamente difundidos durante el siglo XX, bien representados por los que daban cuenta de la relación entre tasa de desempleo y tasa de inflación, quedaron en evidencia a la luz de los acontecimientos que tuvieron lugar en la década de los ’70. Esta significativa evidencia en contra de la utilidad del concepto de la “Curva de Phillips” tuvo como consecuencia directa la formación de un consenso en lo que refiere al modelado de las expectativas de los agentes; más específicamente, se ha aceptado ampliamente que tanto la existencia de expectativas que interfieren en el proceso decisor de los agentes como la forma en la cual estas son generadas ya no pueden ser ignoradas.

Cagan (1956) desarrolló un modelo para representar las dinámicas de las variables monetarias en contextos hiperinflacionarios en donde dota al sistema económico de expectativas de tipo adaptativas. Esta herramienta de modelización fue la más utilizada hasta que el trabajo de Muth (1961) fue tomando mayor relevancia dentro de la academia.

Desde que Muth (1961) esbozó su hipótesis sobre la racionalidad de las expectativas, una gran cantidad de autores concentraron sus esfuerzos en explorar las implicancias que supondría en la modelización macro la suposición de que los agentes que conforman el sistema económico toman sus decisiones mirando hacia el futuro, y que las anticipaciones que forman respecto a él son generadas de forma racional, en el sentido de Muth (1961).

Se sostendrá que la hipótesis de Expectativas Racionales, para que tenga sentido, ha de ser concebida en marcos epistemológicos y metodológicos particulares. La hipótesis, que se utiliza como supuesto en el marco de los modelos económicos -pero puede definirse al margen de ellos- ha encontrado tantos adeptos como críticos a lo largo del tiempo. El objetivo principal de este trabajo es realizar un análisis de una crítica en especial que se le ha realizado a la hipótesis y que, a nuestro juicio, resume de manera satisfactoria una gran parte del total que la misma ha recibido; para ello, se ha de estudiar las principales implicancias de la hipótesis y la justificación de su aceptación como teoría o hipótesis en sí y como supuesto a utilizar durante el modelado.

La tesis de este trabajo es que la crítica que será analizada, y por extensión todas las demás críticas que comparten esencia de forma explícita con la que será estudiada, tienen razón de ser enteramente por una digresión en lo que a epistemología y metodología respecta. Si probamos que las críticas solo pueden fundamentarse con concepciones epistemológicas y metodológicas diferentes a las de los teóricos que adscriben a la hipótesis de Expectativas Racionales, entonces dentro de este último marco epistemológico y metodológico las críticas no tienen sustento teórico.

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